domingo, 22 de julio de 2007

La Estrategia Petrosian



Terminaba el mes de mayo, quedaban manchas de nieve en lo alto de las colinas, interminables bosques de abedules y pinos, cuervos descansando en los cables de alta tensión, contemplando el pasar, de un largo tren de pasajeros. Quería ver las noches blancas, de San Petersburgo, donde el sol no se oculta, ¡ porque el día y la noche son lo mismo¡, la gente paseaba a las dos de la madrugada como si fueran las cinco de la tarde, con un sol que no acababa de nacer, ni ocultarse, como si estaría quieto, esperando las sombras de la noche que tardaban en llegar y no llegaban nunca, era como un amague a la naturaleza, a la rutina de cuatro estaciones marcadas por una misma fecha.
El viaje de catorce horas, en un largo tren de pasajeros, camarotes en una fila interminable a lo largo de los diez y ocho vagones, con la elegancia y el cuidado de los viejos trenes europeos que hacían la ruta, Estambul Paris, era como sentir la nostalgia del siglo pasado, el encargado de recibir los boletos esperaba en la puerta de ingreso, con su sacabocados marcando los boletos de ingreso, de rato en rato veía la hora en su reloj, sincronizado exactamente igual a la hora de la oficina de maquinas y al reloj que estaba en el Adén, para que no se equivoque y coincida con el aviso que anunciaba la partida, cerrar la puerta, sentarse al fondo del pasillo, con su vestimenta azul marino, controlando a los pasajeros, que cada uno esté en su respectivo camarote, que consistía en dos literas, una sobre la otra, un pequeño lavamanos, un ropero y maletero a la vez , una mesa plegable, bajo de la ventana, el viaje seria tranquilo, se quedaba todo la noche despierto a la espera de cualquier urgencia, las frazadas en caso de que alguien le haga frió, por si se dañe la calefacción, el té hirviendo en un samovar eléctrico, o una botella de Vodka bajo la almohada, que la vendía en el triple del valor del mercado, era el precio que le pagaban por consumirse la noche haciendo crucigramas.
Se abrió la puerta entro un hombre envuelto en un abrigo negro, el gorro de nutria, con una variedad de colores y matices grises, claros, oscuros, la misma piel estaba en las solapas del abrigo, disimuladamente me observo de pies a cabeza, confundiéndome tal vez por los rasgos, con un árabe, o un Checheno, Georgiano o un Gruzino, como dicen a los nacidos en Tibilis, me lanzo a si a quemarropa la pregunta de rigor,
_Cuál es el compartimiento que ocuparé_ no me quedo muy clara la pregunta, si se refería al camarote, la litera, la cama, elija usted, _ por mis años, será mas sencillo deslizarme a la cama de abajo, _como usted guste- lentamente se saco, el abrigo, las botas, para quedar en buzo deportivo, y unas pantuflas descoloridas por el tiempo y el uso, la maleta de cuero quedo bajo la cama, el maletín negro cerca de sus pies pegado a la pared.
Atrás quedaba la Estación de trenes Belarusia, el itinerario del tren era la misma de rutina de hace treinta años, después de la guerra, salía todas las noches a la nueve de Moscu – San Petesburgo, o Leningrado, la ciudad de Lenin como la nombraron, fue el nombre con que la identificaron durante setenta años de socialismo, una de las ciudades mas bellas del el mundo, construida por Pedro el Grande, con la inocencia de un dictador bueno y los planos robados, de las ciudades más importantes de Europa, instruía a sus hombres de mas confianza, a robarse lo planos de las ciudades, para hacer un museo al aire libre, convenció a los arquitectos más renombrados de Europa, para que trabajen en la construcción de la gran ciudad _Construiremos la ciudad mas importe del mundo, la ciudad más bella, con cuarenta y cuatro islas que la circundan, una mezcla de lo Barroco con lo Bizantino de cúpulas y catedrales, solo imaginables en un cuento de hadas, sus malecones, sus jardines, sus puentes de hierro forjado, con caballos de bronce en los extremos, relinchando a las doce de la noche, cada vez que pasaba un mucha que no era virgen, al caminar por sus calles uno se encuentra con los canales de Ámsterdam, la similitud de las calles del Gamlestan, el centro antiguo de Estocolmo, las calles y las casas de Paris, lo mas exquisito de Europa, esta reflejado, en la larga avenida Nievky , recorrida miles de veces, por Raskolnikov, cuando vivía la angustia del crimen, esa era la ciudad que nos esperaba a dos personas tan diferentes, un Latino como nos identifican a los venidos desde México, hasta el Sur del continente, con excepción de los cubanos que siempre decían que eran Cubanos. Y un Gruzino , de unos sesenta y cinco años.
-Y usted de donde es __Latino__ me miro seriamente,
__si pero eso es muy amplio, es como decir ciudadano del mundo, __
Boliviano __Ha Bolivia_
Se quedo pensativo, trazando imaginariamente cada país, dibujando el mapa del continente en su imaginación, y me dijo con una seguridad única, ¡es donde murió el Che¡ es la pregunta que me la hicieron miles de veces, y no se si respondí con orgullo, o frustración, pero era la única forma en la que nos conocían, por los golpes militares o la muerte del Che.
Abrió su maletín, saco un servilleta para limpiar la mesa, que después sirvió como mantel, en una mesa de sesenta por treinta centímetros plegable a la pared, entre los dos asientos para quedar frente a afrente, puso sobre la mesa una botella de Vodka, un plato con pepinos, tomates en salmuera, un trozo de tocino, pan negro de centeno, y con la sencillez mas grande del mundo me dijo,
__Tomemos un trago para conocernos__ que podía hacer, si no agradecer y extender la mano, tome medio vaso de vodka, o cien gramos, como es la costumbre, sentir la quemazón en la garganta, coger el pepino y pasarlo por la nariz, olerlo, impregnarse del olor a salmuera, el gusto a tomate salado, el tocino, el pan negro de centeno, y sentir el estremecimiento producido por el vodka,
-Se ve que aprendió a tomar vodka, era una forma de identificarse de igual a igual, __Mucho tiempo que vive acá __el tiempo es relativo, para mí no son los años que pasan, si no, los inviernos que se soportan__ si usted viene de un clima caliente __debe ser difícil acostumbrarse, seis meses del año con una temperatura bajo cero,
__si por eso, si algo aprendimos paralelamente al idioma, fue el tomar vodka, justamente en condiciones bajo cero_ no se olvide que la dotación para cada soldado en la guerra era de 200 gramos al día en invierno, en la guerra bajo la producción de muchas cosas, pero nunca escaseo el Vodka.
_Es parte nuestra, es algo que va unido al espíritu ruso, es la esencia a la que estamos ligados cada uno, el amor a la patria, al socialismo, a nuestras alegrías, a nuestro dolor, fueron paliados con un trago, al marcharnos o al retornar, nuestro espíritu está contento, si alimentos nuestra esperanza de ser mejores con un trago de vodka,
_ Nosotros también tenemos costumbres similares a, las de ustedes, al tomar un trago , agachamos la cabeza, vemos a la suelo y regamos solo el primer trago a la tierra, con el mayor respeto, agradeciendo por lo que nos da, por lo que somos, pidiendo que siempre nos vaya mejor, a la Pachamama, no es español es un a palabra Aymara o Quechua, es la Madre Tierra, donde se refleja nuestro agradecimiento, nuestra alegría y nuestros sueños, sirvió nuevamente la misma cantidad de vodka, agacho la cabeza mirando al suelo, regó un poco de vodka al piso del tren.
_Entonces esta vez por la Pachamama, con su inconfundible asentó de ruso.

Entre trago y trago, recordábamos las injusticias de la guerra, me preguntaba por cada país, que como era, repetía los nombres, preguntaba por Chile, por la dictadura, por los dirigentes del partido comunista presos, decía Corvalan y decía camarada, me contaba que lo vio en Moscú y que hacia poco tiempo, fue cambiado por un espía americano, yo le pregunte si conocía a Solschenitzin , el me decía , prostitutka, _estuve en México hace unos diez años, también conocí Cuba, __por trabajo,_ si más o menos.

__Sabe agradezco a mi país, a mi partido todo lo que me dio, y todo lo que soy se lo debo al partido, se paro y metió la mano al bolsillo de su saco, para sacar, de la billetera, como si mostrara la foto de la enamorada, o la del hijo, el carnet rojo con la hoz y el martillo, y la cara de Lenin en alto relieve, junto a las siglas del partido comunista, PCUS, en letras doradas, me dijo vea, su foto en blanco y negro, su identificación como miembro del partido comunista, el año de ingreso 1944, __entre antes de que tomemos Berlín, porque dije, _si muero quiero morir comunista, si era tanquista , cuando tomamos Berlín, fui de los primeros en llegar, porque nosotros abríamos el camino para que entre la tropa, tenia veintidós años cuando me fui a la guerra, me hablo de sus muertos, victimas de un bombardeo, de la enamorada que dejo, en su pueblo, y lo espero para casarse, y todavía me espera cuando viajo, ella, también combatió en la guerra era radialista, codificadora del la KGB, hablaba de su hermano que murió cerca de el , de sus padres con el dolor reflejado en los ojos, __no existe en este país una familia , que no haya perdido un familiar en la guerra.
Me hablaba de fútbol conocía el nombre de todos los jugadores de la Argentina y Brasil y los recitaba uno por uno empezando por el arquero, hablaba de la genialidad de Maradona, soñaba con ver al Spartak de Moscú, ganado la copa de campeones, __ este campeonato nos fue mal, gano Italia, __el próximo mundial será en México, seguro que ganamos __ y Bolivia, como es el fútbol, solo atine a decir mas o menos, vivimos la esperanza, __si eso no hay que perder nunca.

Se agacho a sacar debajo de la cama, un poco mas pepino y tomate, Alcance a ver entre sus cosas varios libros, su ropa correctamente acomodada, una caja de ajedrez, de madera, doblado, con las bisagras al medio, __ juega ajedrez __si hace cincuenta años desde mis doce lamentablemente, _me hubiera gustado aprender antes, así no hubiera perdido doce años de mi vida.
Quiere jugar, __si juguemos , oculto el peón negro, y el alfil blanco, tomados al azar, en ambos puños, para decirme escoja, __blancas es un buen comienzo, iniciamos el juego con esa inocencia de mal jugador de creer en la debilidad del contrincante, y en la superioridad de uno, con un juego de peón, alfil y reina, tratando de encontrar el ángulo perfecto par decir Jaque , sin dudar a que la próxima jugada puede ser un mate, No hay mejor defensa que un buen ataque, pero un ataque inteligente, _acá usted está suicidando a la reina, una combinación de gambito de dama termino con mis ilusiones, de dar por terminad la partida, tuve que cambiar totalmente de estrategia de pasar de la ofensiva a la defensiva buscando, como proteger mi rey después de jugar, un enroqué , y protegerme detrás de una pared impenetrable de peones, torre caballo alfil, el miraba el tablero, con una sonrisa, tocando cada pieza, con la delicadeza que uno tiene al desnudar a una mujer, o la magia de un orfebre haciendo filigrana en un huevo Faberge , decía que eran como acertijos fantásticos, elegantes altamente especializados. dará mucha pelea antes de caer pensé, el comenzaba las partidas que jugamos con una clásica jugada, un defensa siciliana magistralmente utilizada, decía “El Ajedrez es una hermosa amante a la que volvemos una y otra vez, sin que nos importe las muchas veces que nos rechaza”.
Tomamos una media botella de vodka, cuando empezamos la cuarta partida, el disfrutaba, no del triunfo , si no la alegría de jugar, el respeto al contrincante al comer una pieza, sentir la ausencia por los peones que perdía, como si fueran soldados parados al frente dispuestos a defender una fortaleza, nos tomamos media botella de vodka mas y todavía nos quedaba, el entusiasmo de la primera partida, mi táctica y estrategia se confundían entre un ir y venir de peones, alfiles caballos de dos patas relinchando, con un jinete, una lanza y una espada en alto como San Jorge matando al dragón, era como si le avisaran cual era mi próximo juego, no existía la táctica y la estrategia, se quedo en el recuerdo de los poemas de Mario Benedetti, se acabo la botella y yo sentía en el silencio cómplice de bebedor, conminándome a que a partir de ahora las siguientes botellas las pagaba yo, el boletero serio, jodido, porque tenia la rigidez en el rostro impenetrable , insobornable, pero llegado el momento su seriedad se confundía con la inocencia de un niño, me dijo _Vodka no tengo solo Coñac_ le pedí dos botellas, seguimos jugando, era imparable, no existía forma de llegar a la mitad del tablero, me decía que cada partida era sufrir un estado de embriaguez excepcional, que solamente se siente al jugar ajedrez.
Perdí la cuenta las veces que jugamos, el horizonte nunca oscureció, la noche tardó en llegar o no llego, embriagado por el alcohol y el ajedrez, le decía hoy nos robaron la noche, hoy día nos quedamos sin noche, lanzaba una carcajada, que retumba a lo largo del tren, sin sentir la misericordia por el vecino del camarote continuo, bailaban la piezas de ajedrez, ya no era yo que el que daba da las instrucciones a mi juego, eran ellas las que jugaban conmigo, eran ellas las que me tomaban de la mano, aproveche un largo espacio, que se inicio en la primera casilla de la izquierda y la ultima de la derecha, al lado del tablero que le pertinacia, una diagonal perfecta, esta vez era esa la distancia mas corta entre dos puntos, fue como correr, con el último aliento, con el miedo a que diga perdón me equivoque y vuelva la ficha un paso atrás, no dijo nada, me dio el espacio tan esperado, para llegar al extremo el tablero, tomar la única torre desprotegida, y decir jaque, con mi reina triunfante abriéndose paso hasta llegar al frente, me miro de reojo sintiéndose cómplice de mi alegría, fue donde mas cerca llegue, esa noche que quedamos ebrios de ajedrez y de vodka.
Desperté con la sirena del tren, con la cabeza en otro lugar, con las manos temblándome, con el miedo a encontrarme conmigo mismo al final del pasillo, mirando a todas partes, como si alguien me perseguiría, con miedo a todo, maldiciendo el vodka, en un ruso con todos los adverbios y puntuaciones de la exquisitez de un idioma, que aprendí hasta para maldecir y mandar al carajo la nausea que me producía el solo recordar el sabor del último sorbo de vodka que tome, volví a mi asiento, con la palidez de haber botado todo lo que tenia adentro, lo vi sentado, con la mesa desplegada, el ajedrez armado perfectamente, con las blancas en mi lugar, con media botella de coñac, el resto de pan y pepinos y tomates en salmuera , con los cien gramos de coñac servidos. Me estremecí sólo de ver el trago, me extendió nuevamente el vaso, salud, usted es de los nuestros, tome el vaso de trago, sin ver , sin sentir el olor ni el sabor, fue un trago largo, después sentí como la mano de Dios se posara en mi, para devolverme la alegría, olvidar la resaca, para hundirnos nuevamente en una nueva partida de ajedrez, los letreros entre pueblo y pueblo eran mas cortos, llegamos a la ciudad, pregunte, el ultimo juego, _no el ultimo es el juego de Dios, este es el penúltimo.

Charlamos lo que quedaba del viaje, como viejos amigos, intercambiando direcciones, me dio la dirección de su casa en Moscú, yo le di la dirección de la Universidad donde estudiaba, la ultima estación de la línea roja del metro , Miklujo Maklaya, después tomas el bus dos paradas y te encuentras con la universidad, te espero , yo también te espero, vivo en calle Piatnitckaia Nº 5, abrió su maleta, saco un libro, para escribir una dedicatoria, “No te olvides que todo juego comienza con una estrategia, así como comienza una amistad, una estrategia de vida, para compartir y aprender contigo” __no te doy el tablero de ajedrez, porque el retorno a Moscú será aburrido, nos despedimos con el abrazo y el beso ruso, expresión del aprecio y el cariño mas grande.

Salí del tren arrastrando mi bolso, en busca de las noche blancas, con la sed y el hambre comiéndome las entrañas, me senté en el comedor de la estación, esperando la comida me puse a leer la tapa del libro era la misma que la dedicatoria “La estrategia Petrosian” , autor Tigran Vartanovich Petrosian, en la contratapa, su biografía, noveno campeón del mundo , master en ajedrez campeón de Rusia en todas las categorías, la foto era el, la misma foto, que la del carnet del partido.. ¡Carajo¡ con él jugué interminables partidas de ajedrez, con él, que me tome una botella de vodka y dos de de coñac, con él que bebí y me jugué la noche a la espera de la luna, que nunca llego, cagando de risa, sin haber podido ganar una sola partida de ajedrez, no me dijo nada, estaba ahí sonriéndome mirándome con el ojo izquierdo, como si fuera el mismo guiño de la dama de pica en el cuento de Pushkin.







jcv
Junio 2007

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